“Siempre que me pasa algo bueno, después me pasa algo malo.”
“Estoy esperando el palo”
El pesimismo del día a día
Estas frases anteriores son muy comunes, que, si bien muchos de nosotros podremos haber dicho en algún momento, es verdad que hay gente que las dice con más frecuencia. Todos conocemos a alguien que seguramente se nos haya venido a la cabeza al leerlas. Que tienen el pesimismo como filosofía de vida. Esperando siempreel golpe en posición de combate. Brazos en alto.
Cuando lo ves todo gris tirando a negro, dejas fuera una amplia gama de colores. “Todo me pasa a mí”, “no levanto cabeza”. Es cierto que en la vida aparecen situaciones dolorosas que no hemos contemplado. Es parte del trato. Pero, la clave está en la actitud con la que afrontamos las dificultades. En si nos orientamos hacia el problema o a su solución.
El pesimismo tiene una trampa principal. Y es que, a pesar de no ser realista, nos hace creer que sí. ¿Cómo? Con lo que se conoce como profecía autocumplida. Las expectativas que le pones a la vida “me va a salir mal” harán que te enfrentes a ella de una determinada manera. Que te comportes acorde a como piensas. Si vas a una entrevista de trabajo o a una cita lleno/a de inseguridades, pensando en que da igual lo que hagas, seguro que saldrá mal, es probable que estés más cohibida/o, menos dispuesta/o. Por lo que se reducirán tus posibilidades de éxito. Esto hará que tu profecía pesimista se cumpla y creerás que la vida confabula contra ti.
Sin embargo, si vas pensando que puedes con ello, es más probable que te desenvuelvas mejor. No es una cuestión de energías, de atraer lo positivo. Es cuestión de lo que haces.
Puedes creer que ser pesimista te previene de los golpes. Ya estás alerta, estarás más preparado/a. Pero esto no es así. Lo que hace en realidad, es hacerte sufrir desde antes y no dejarte disfrutar.
El pesimismo no se manifiesta sólo cuando aparece ante ti un problema. Sino incluso cuando vienen los éxitos. Conseguir un trabajo, alcanzar un objetivo… No te dejarás disfrutarlos porque después siempre viene el pero. Y ya sabemos que los peros anulan todo lo anterior. Al final tendrás la percepción de que todo te sale mal.
Afrontar la vida con otra actitud, centrándote en las soluciones, y, en definitiva, hacer las cosas de otra manera, no sólo es posible sino que son un conjunto de habilidades que se aprenden. No tiene que ver con que seas así o asá. No venimos a la vida con todas las habilidades necesarias para todas las dificultades que nos plantee la vida.
Se trata de ir aprendiendo poco a poco a darle un nuevo enfoque. A permitirte disfrutar de las cosas sin el miedo a fallar.
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