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Preguntas frecuentes

No existe una respuesta exacta. Pero sí podemos darte unas orientaciones para que puedas decidirte y pedir ayuda. Hay algunas señales a las que podemos estar atentos:

  • Experimentas dificultades o malestar en cualquier área de tu vida, ya sea a ti o a los que te rodean.
  • Las soluciones que buscas no dan los resultados esperados.
  • Evitas a toda costa pensar en tu situación haciendo cosas que te distraigan o te alejen de la realidad.
  • Alguien se ha dado cuenta de que algo no va bien; aunque tú no te hayas dado cuenta directamente, tu entorno sí lo ha hecho.

No, más bien al contrario: si decides ir al psicólogo significa que quieres buscarle solución a tu problema. Muchas veces nos encontramos en situaciones que nos superan y sentimos que no podemos afrontar las dificultades nosotros solos. Esto no es un signo de debilidad; pedir ayuda y tener una actitud orientada a resolver los retos es el primer paso para volver a retomar nuestra vida.

En el momento en que acudes a terapia, nos centramos en tu situación. Las primeras sesiones se dedicarán a identificar las emociones que estás sintiendo, las preocupaciones que te invaden o miedos que hacen que experimentes ese malestar y cómo estás afrontando todo ello. Según vayamos avanzando en las sesiones, pactaremos objetivos en conjunto que te van a ayudar a llegar a tu meta. Para ello, te propondremos pautas y tareas concretas para que pongas en práctica en tu vida, con el objetivo de conseguir tu bienestar en el menor tiempo posible.

Depende. Puede sonar a cliché, pero pueden influir varios factores. Intentaremos que la terapia se prolongue el menor tiempo posible, pero siempre el suficiente para que adquieras los recursos y las habilidades necesarias que te permitan afrontar o resolver  la situación con la que acudiste a terapia. Nuestra prioridad es tu bienestar.

Sí. Es una nueva forma de hacer la terapia, en auge por los diversos beneficios que ofrece: la comodidad de no tener que acudir físicamente al centro, la intimidad al poder conectarte desde tu casa o desde cualquier lugar del mundo, etc. Realmente haremos el mismo trabajo, pero a través de una pantalla.

Es importante explicárselo siempre sin mentir y siendo breves, teniendo en cuenta la edad del niño. Si es menor de 6 años, hay que contarle que va a un sitio donde podrá jugar, pintar y divertirse, con alguien que quiere conocerlo y saber qué le gusta, y que, si no se siente cómodo no tiene que volver. Si tiene entre 6 y 12 años, se le puede decir que conocerá a alguien que puede ayudarle con esas situaciones en las que se sienta triste, enfadado o nervioso. Con más de 12 años ya se puede hablar abiertamente de que irá al psicólogo para que le proporcione las herramientas adecuadas para mejorar la situación.

No. La confidencialidad con el paciente es estrictamente necesaria, ya que nuestra relación se basará en el respeto a tu intimidad. Los psicólogos nos regimos bajo el código deontológico, eso significa que todos los psicólogos tienen un código ético que deben respetar en el ejercicio de su profesión.

En primer lugar, el psiquiatra estudia Medicina para posteriormente especializarse en Psiquiatría, mientras que el psicólogo es un profesional de la salud que ha estudiado Psicología. La forma de intervenir es diferente, ya que desde la psiquiatría se adopta un enfoque biologicista, es decir, centrándose en lo fisiológico y en lo químico. Los psicólogos le damos más importancia al contexto social y las relaciones. Por su parte, corresponde al psiquiatra o al médico la prescripción de tratamientos farmacológicos cuando sean necesarios.  

Son profesiones distintas, pero sin duda complementarias. Si recibes un tratamiento psiquiátrico puedes beneficiarte de una terapia psicológica simultánea, y viceversa.

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