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¿Por qué mi hijo me desafía?

Muchas veces nuestros hijos no es que se porten mal. Se portan fatal. Es decir, todo lo que les hemos enseñado, en un momento dado, se va por el retrete para abajo. Y es inevitable sentirnos desesperados y exasperados. Y muchas veces el único consuelo que nos queda es saber el motivo, entender la razón por la cual lo estamos pasando tan mal. Saber si hemos sido nosotros quienes hemos hecho algo mal, o si por el contrario es su comportamiento y algo que “viene de serie”. 

Por eso hemos escrito este artículo, porque sabemos la importancia que tiene en ocasiones tener toda la información si nos ocurre. Así puede que nos sintamos un poco más protegidos y comprendidos. Porque no estás solo. Hay muchísimos más padres a los que le ocurre lo mismo que a ti. Y nada tiene que ver con que seas un mal padre o mala madre.

Muchas veces lo que se nos viene a la cabeza es que “si hicieran todo lo que les decimos, sin tener que estar erre que erre encima, la vida sería mucho más fácil”. Pero también tenemos que tener en cuenta que la vida no es sólo más fácil para los padres, sino también para los hijos cuando estos colaboran. Aunque parezca difícil de entender, nuestros hijos no están continuamente planeando cómo pueden hacernos sentir como unos verdaderos malos padres. Entonces, ¿por qué no se portan bien? 

1.Falta de coherencia. 

Seguro que más de una vez se han encontrado con un padre pidiéndole a su hijo que no chille, gritándole a más no poder. Y, de hecho, seguramente más de uno, hemos pedido a nuestro hijo que dejen el móvil que ya está bien, con el teléfono en la mano escribiendo un whtastapp “súper importante». La coherencia entre lo que pedimos y lo que hacemos es muy importante, al igual que identificar qué hacemos cuando pedimos lo contrario. Este es el primer paso para cambiarlo. 

2. Necesidades. 

El comportamiento de los hijos, por horrible que sea, puede que tenga detrás un intento de satisfacer una necesidad. ¿Eso qué quiere decir? No quiere decir que todo comportamiento esté justificado por este principio, ni mucho menos. Quiere decir que hay veces, que hay una necesidad detrás del comportamiento que es genuina, aunque parezca que lo hacen para destrozarnos el día. Tu hijo no se levanta pensando “que día más maravilloso, vamos a destrozarle la mañana a mami y a papi, gritando hasta la saciedad” Si tu hijo se porta mal, es que algo no está funcionando. Y hay que intentar tener presente, ¿qué es? 

3. Enfrentamiento de objetivos 

Es normal, natural y común que los hijos hagan lo que quieran cuando quieran. Es trabajo de los padres enseñarles a hacer lo que se debe y lo que no se debe. Los niños no nacen sabiendo decir gracias, por favor y perdón, pidiendo un cuchillo y tenedor para comer. Los objetivos que tenemos son diferentes, y muchas veces chocan entre sí. Nuestro objetivo es enseñarles por qué no se debe lamer un bocadillo, pero si un helado, por qué no se puede ir en ropa interior por la calle, pero si en la piscina, y por qué se tiene que hacer la cama por la mañana cuando vamos a deshacerla de nuevo por la noche. Su objetivo es descubrir, explorar, investigar… la curiosidad es uno de los pilares de la infancia y es preciosa. Hasta que choca de frente con tus objetivos, y entones hay un lugar maravilloso de donde salen desobediencias y malos comportamientos, por doquier. 

4. Atención

Otra razón que puede boicotearte como madre o padre, es la falta de atención. Y esto no quiere decir que sea culpa tuya. No se puede estar prestando atención 24 horas, 7 días a la semana. Los niños también necesitan su espacio y su tiempo para ser autónomos. Pero cierto es que cuando estamos cocinando o viendo la tele y ellos están a lo suyo, tu piensas “que bien que está tranquilo” y, sin embargo, desde que estás tú en la misma situación y ellos gritan, vamos corriendo a ver que ha ocurrido. Entonces, entendemos que cuando todo va bien, nosotros tendemos a ignorar a nuestros hijos. Algo comprensible dado las quinientas mil cosas que tenemos que hacer en un día. Con esto lo queremos decir, no es que sea bueno ignorarlo, pero sí que tenemos que tener en cuenta que no podemos ignorarlo cuando se porta bien y hacerle caso cuando se porte mal. Es decir, tendremos que esforzarnos para pasar tiempo con él cuando esté portándose bien, y algunas veces cuando esté frustrado porque no le sale la torre tan alta como él quería, deberemos no prestarle demasiado asunto. 

 

Al final, entendemos que ignorar el mal comportamiento no es la respuesta que buscamos porque para el niño hacer lo que no se debe puede ser “muy divertido». Y que este comportamiento muy rara vez desaparecerá ignorándole de mala manera. En nuestro centro, somos expertos en enseñarte cómo hacerlo, no dudes en pedir ayuda si la necesitas. Es lo mejor para ti y tu familia. 

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