Es muy fácil querernos en nuestra mejor versión. Aquella que mostramos al mundo y que refleja todo lo que los demás y nuestra voz interior, esperan de nosotros.

Sin embargo, no todo el monte es amor propio. Todos tenemos desiertos áridos y paisajes abruptos. Vistas a las que nos cuesta asomarnos por si nos vemos reflejados en ellas. Todo eso forma parte de nuestro mundo, de nosotros mismos. Las luces y sombras, la bruma y el mar.

No te definen sólo los días oscuros, tampoco aquellos en los que sólo brilla el sol. En este taller te proponemos conocer y recorrer todos tus rincones, para aprender a quererte en todas tus formas, las que muestras y a las que preferirías no viajar.