La diferencia entre oír y escuchar
“Es que no me escuchas”. ¿Cuántas veces nos han dicho esto a lo largo de nuestra vida? ¿Consideras que se te da bien escuchar?
¿Sabes lo que es realmente?
Escuchar no es simplemente recibir las palabras de quien nos habla. Se trata de algo que va más allá de lo que nos dicen y abarca también cómo nos lo dicen. Escuchar engloba otros verbos como atender y comprender. Y es que sin ellos sería como quien oye llover. La escucha activa supone atender al estado emocional del otro, saber interpretar el contexto, sus motivos y el lenguaje no verbal.
Escuchar no es esperar para responder ni buscar argumentos mientras el otro habla para defenderte o atacar.
No es algo sencillo, pero se puede aprender. Para ello, tienes que evitar invalidar las emociones de quien te habla. ¿Que qué es invalidar? Imagínate que le cuentas a alguien lo mal que lo estás pasando y te dice “eso es una tontería” o “eso no es nada”. ¿Te sentirías comprendido/a? Probablemente no. Antes de emitir una sentencia y de calificar como “tontería” algo, pregunta y trata de comprender. Porque puede que para ti no sea nada, pero la otra persona lo está pasando mal.
Existen unos pequeños trucos que te pueden ayudar a escuchar mejor y a que la otra persona se sienta escuchada y comprendida. Son sencillos y puedes ir incorporándolos.
¡Pronto verás su efecto!
- Ten en cuenta cómo se está sintiendo y, si no lo sabes, pregúntalo. No supongas.
- Pide que te explique el contexto.
- Pregunta para profundizar.
- Mientras el otro hable puedes murmurar para aprobar o negar: “mmm…”
- Da respuestas de reconocimiento: “sí”, “claro”, “empatía”.
- Haz resúmenes de lo que te dicen o preguntas para aclarar la información. Así el otro verá que realmente te interesa y te estás quedando con lo que te cuenta.
- Empatiza: “Te entiendo”.
- Recuerda algo que te ha contado antes. ¡Demuestra que has estado escuchando todo el rato!