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¿POR QUÉ ME SIENTO SOLO?

Soledad tiene poco de sol y mucho de lluvia. No existe sólo un motivo por el que sus nubes aparecen para teñir tu cielo de negro. Una muerte, una ruptura, un cambio de residencia, la falta de habilidades, la ausencia de amigos… o tenerlos pero no los que te gustaría. Estos son varios de los factores que pueden volver plomizo nuestro clima interno.

No es esta la soledad que elegimos, la que nos trae paz, la que disfrutamos. Es la que se vive como desagradable, que nos trae frío y angustia. La protagonista de canciones y películas, la que lleva el apellido dolor.

Los expertos coinciden en definirla a través de tres afirmaciones:

  • Su origen está en las deficiencias de las relaciones sociales.
  • Es subjetiva. Depende del punto de vista de cada uno. Estar solo no implica sentirse solo. Tiene más que ver con el hecho de percibir si tienes o no tus necesidades sociales cubiertas. Si lo que deseas y lo que tienes, están en armonía.
  • La soledad es desagradable.

Puede que se te hayan nublado los días porque te cueste hacer amigos o que no tengas las oportunidades de conocer gente. Entrenarte en unas buenas habilidades sociales y generar contextos nuevos (actividades, sitios a los que acudir) puede ayudarte a desplegar tus alas. Quizás hayas incluso tirado la toalla y tengas una actitud hostil hacia la gente. En ese caso habría que analizar si todos tus pensamientos están apostando al polo negativo. Si, como le pasa a mucha más gente en situación de soledad duradera: subestimas el poder de aplicar las estrategias correctas y te asignas toda la responsabilidad a tu forma de ser. También puede ocurrir que te de un miedo atroz que te rechacen o te critiquen.

                                                                                        

Los motivos que da la gente a  por qué se encuentra sola, suelen ser los siguientes (Cambrill, 1988):

  1. Falta de información sobre las relaciones sociales.
  2. Falta de habilidades para relacionarse.
  3. Falta de habilidades para cambiarse a sí mismo.
  4. Temor a la evaluación negativa.
  5. Creencias negativas o incorrectas.
  6. Obstáculos ambientales.

Aprendiendo las estrategias para afrontarla, podremos ser nuestro propio paraguas y ver el cielo menos negro. Es cierto que hay situaciones que tendrán muchos nubarrones, pero si tenemos la tendencia de fijarnos únicamente en ellos y magnificarlos, estaremos viendo una realidad más oscura de la que es. No podremos ver los rayos de sol y la tormenta podrá convertirse en huracán.

Cuando aparece en forma de miedo

Al ser dolorosa, le tenemos miedo. Se anticipa con la idea de que será devastadora y permanente. Y, si nos lo creemos, correremos el riesgo de actuar para evitarla. Como sea: bebiendo para “ahogar las penas”, aguantando la compañía de quien no nos hace bien o empezando relaciones que nos hagan de paraguas. Puede que hasta nos llegue a molestar el silencio y tengamos que poner la radio siempre de fondo. Huir sólo hará que su sombra se haga más y más grande.

Aprender a vivir con sus visitas es necesario, ya que la soledad, como la amistad, es un fenómeno común. Esto significa que todos la conoceremos en algún momento. Pero tienes que recordar que es un visitante temporal y reversible. Trabajaremos para manejarla y que sea menos dolorosa y duradera.

Y, mientras tanto, podemos caminar con unas buenas botas de agua.

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Cuidar tu salud emocional es una buena Idea. Queremos compartir contigo algunas de las claves para gestionar los retos de la vida diaria: ansiedad, vida familiar, relaciones de pareja… ¡Te esperamos en los comentarios!

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