¿Te han dicho alguna vez eso de “es que no se puede hablar contigo”? o ¿aquello de que “siempre estás a la defensiva”?
¿Te lo han dicho muchas veces?
Si es así, puede que te enfades tantas veces que ya forme parte de tu rutina habitual.Piensa por un momento en la última vez que algo te irritó. Puede que sintieras cómo la ira te llegaba hasta los puños y un fuego enérgico se extendía por todo tu pecho, o quizás fue un torrente de pensamientos vengativos lo que tomó más el protagonismo. Y es que enfadarnos es inevitable, pero lo que sí podemos es manejar lo que hacemos con esta emoción.
El enfado se experimenta como algo desagradable y se puede expresar de muchas maneras. Y es en esa expresión donde pueden aparecer los principales problemas en nuestras relaciones personales. Porque si elegimos liberarnos del enfado a como dé lugar, podemos acabar desplazándolo incluso hacia las personas que no estaban involucradas, y/o provocar un incendio de daño con las que sí lo estaban. Y acabes escuchando aquello de “si estás de mal humor conmigo no lo pagues”
En nuestro #RetoSemanal proponíamos una reevaluación de la situación para saber si realmente nuestra interpretación de los hechos era la correcta o no y así mantener a raya el enfado. Pero, ¿qué ocurre cuando estabas en lo cierto?
¿Cómo expresar adecuadamente el enfado?
Sentimos la emoción de enfado porque su función es protegernos de las amenazas, eliminándolas. Pero aplicado a las relaciones, eliminar no parece el verbo más conciliador. Se puede hacer daño tanto si lo expresamos de una forma agresiva con gritos e insultos como si lo hacemos de una manera silenciosa, en la que dejar de hablar o hacerlo de una manera más distante buscan generar un cambio que al final acaba quedándose en veneno, intoxicando nuestros vínculos.
Para expresar lo que sentimos sin hacer daño a los otros ni a nosotros mismos, la palabra clave es asertividad. Y para ser asertivo tenemos que hacer lo siguiente:
- Habla en un tono calmado: de lo contrario la otra persona sólo atenderá a las formas y no al contenido y la información que le quieres dar no le llegará.
- Sé concreto y breve, de lo contrario puede resultar inquisidor.
- No usar el “tú”. Es mejor hablar en términos de conducta para evitar acusar: “Cuando llegas tarde…”, “cuando me dices…
- Expresa tus sentimientos: “…me siento…»
- Especifica el cambio que quieres:
“…preferiría que dijeras…” “…preferiría que hicieras…”
- Señala las consecuencias positivas que tendría ese cambio:
“…si haces eso yo me sentiré…”