Los nuevos comienzos pueden dar bastante miedo, aunque sea algo que desees con todas tus fuerzas. Incluso si llevas tiempo fantaseando con ello. Puede parecer contradictorio ¿por qué me da miedo algo que quiero tanto? Bueno, para empezar por eso mismo. Algo que deseas mucho se convierte en algo muy importante y puede acabar dando mucho vértigo cuando te enfrentas a ello. El miedo no quiere decir que no te haga ilusión ni que no lo quieras, pero sí que estás ante algo que te importa.

También está lo nuevo. Algo nuevo quiere decir que es algo a lo que no te has enfrentado nunca y, por lo tanto, puede que requiera de nuevas habilidades. De mucho aprendizaje y de todavía más confianza en que lo puedes hacer y en que lo vas a hacer bien.

Para poder disfrutar de esa ilusión, toca gestionar el miedo, escuchando qué quiere decirte realmente. Recuerda que no todos los pensamientos están para tomarlos en serio porque no todos se basan en la realidad. ¿Cuántas veces has pensado que no ibas a ser capaz y luego sí? No se trata de hacer caso a esos “no vas a poder” sino pensar en por qué te importa hacerlo bien. Esto ayuda a ver al miedo como una emoción amiga y no tan enemiga, porque nos señala aquello de lo que nos queremos proteger.

Confiemos en que nuevos comienzos traeran cosas buenas

Luego está la otra parte, la de confiar. Muchos pensamientos nos convencen de cosas que no son reales y aquí está la clave. Cuando el miedo aparece es normal que omitamos mucha información positiva y sólo registremos la negativa, aquella que es coherente con el miedo. Sin embargo, la realidad se compone de las dos caras. Puede que haya cosas que todavía tienes que aprender, pero tienes la capacidad para ello y hay otras que ya sabes hacer.  ¿Puede ser que el miedo te esté convenciendo de lo contrario?

Piensa en la probabilidad real de que las cosas ocurran y en qué pruebas tienes para creerte lo que piensas. Para poder confiar y verte a ti misma siendo capaz puedes hacer dos cosas: atreverte a aprender lo que necesitas aprender y prestarle atención a lo que consigues, también a lo que ya sabes.