Las personas tienen derecho a realizar cualquier tipo de petición, por rara que parezca, pero nosotros tenemos derecho a decir “NO” sin sentirnos miserables o culpables por ello.

Cuando aceptamos una proposición o una orden sin desearlo, estamos violando nuestros derechos y renunciando a nuestros deseos. Si decimos “NO”, mantenemos nuestro derecho sin violar el de los demás. No hay ninguna ley social o moral que nos obligue a no poder decidir.

Muchas veces, las peticiones que nos realizan nos pillan de sopetón y la mejor respuesta puede ser “ahora no sabría que contestar”, “me pillas por sorpresa”… y dedicar el tiempo que consideremos necesario a pensarlo.

También sería importante romper con el hábito de dar excusas. No sirve de nada, sobre todo si nuestro interlocutor es hábil y manipulador, ya que le puede dar la vuelta a la tortilla, como dice el refrán.

Una buena forma de utilizar el no, es utilizarlo como primera palabra antes de comenzar la frase, así: “¿Quedamos para ir a cenar?”, “No, prefiero quedarme en casa, pero gracias por la invitación”.

Si lo deseamos podemos justificar el no, dando razones y no excusas. Las diferencias son las siguientes:

• Justificar el NO: explicar utilizando argumentos reales del porque
• Excusar el NO: argumentos falsos para explicar el no.

Si la persona que hace la petición nos interesa, y la apreciamos afectivamente, se puede suavizar la negativa con expresiones como: “me alegra mucho que hayas pensado en mi para esto, pero.. no”, “me siento muy halagado, pero… NO”

Para salir de una relación tóxica es primordial tener en cuenta cuáles son tus derechos fundamentales como persona. Uno de ellos, y el más útil a la hora de espantar a esas personas, es aprender a decir NO. Tenemos derecho a decir NO ante peticiones que:

1. Si aceptamos, nos van a hacer sentir incómodos

“Acompáñame a pedir información sobre…”, “pregúntalo tú…” 

2. Si aceptamos, nos vamos a sentir molestos

Acerca de posesiones personales: “déjame el coche, el suéter, el disco, el libro, el móvil…” 

3. Si aceptamos, vamos a pensar que están abusando

De nosotros y/o de nuestros derechos personales: “pásame esto a ordenador”, “quédate más horas trabajando”, “ve tú a casa  y luego me vienes a recoger”, “paga tú”, “haz tú el trabajo”… 

4. No nos apetece aceptar

“¿Vamos al cine?”, “¿quedamos para cenar?”, “¿nos acostamos?”

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