En cualquier parque del mundo, a cualquier hora del año, podemos encontrar escenas similares que van desde niños que juegan con sus juguetes, niños que quieren los juguetes de otros niños, niños que comparten juguetes, otros que no los quieres compartir, niños que juegan con los juguetes de otros niños, niños que pierden sus juguetes y niños que no pueden jugar con sus juguetes porque otros niños los tienen. Tanto padres, como niños se tienen que enfrentar a estas situaciones días si y día también. Y es que aprender a compartir es una habilidad que enseñamos y en ocasiones imponemos, desde muy pequeño a nuestros hijos, sobrinos, nietos, etc. Incluso mucho antes, de que el pequeño pueda entender el concepto. 

Como padres, tenemos entre otras tareas, ayudar a comprender el significado de compartir, y enseñar dicha habilidad. Es una de las cosas que más preocupa a los padres en determinadas edades, ya que esta visto como un signo de amabilidad, de buena educación. Y cuando esto no sucede así, llega un momento temido por todos. 

Retomemos cualquier escena del principio, llegamos al parque, tu hijo saca sus juguetes y esta dispuesto a jugar, de pronto van apareciendo a su alrededor niños que quieren que comparta sus juguetes, muchos de ellos los cogen sin más, tu hijo se empieza a enfadar porque claro, le están quitando “sus juguetes”, “su bien más preciado” y el sentimiento de propiedad cobra todo su sentido para él. Acto seguido se suelen dar dos situaciones, la primera de ellas es intentar convencer al niño con la mejor intención de que debe compartir, se debe ser generoso, pero en muchas ocasiones no suele funcionar. La otra opción, que suele resultar más controvertida es explicar al resto de niños que ahora mismo tu hijo no quiere compartir sus juguetes, pero que lo mismo en un rato sí. Esta segunda situación puede ser reprochada por muchos, ya que se valora negativamente, y se puede entender como signo de mala educación. 

Ahora bien, pensemos un momento como adultos en una situación de “adultos”. Llegas a tu trabajo y sacas tu nuevo móvil, te encanta, es tu bien más preciado, estas como loco mirando las nuevas aplicaciones que te ofrece, las ventajas que tienes… Y de pronto, llega un compañero o un extraño, y te dice que se lo prestes que quiere “jugar” con el, que hay que compartir porque sino eres un egoísta. ¿Te plantearías compartirlo? ¿pensarías que eres egoísta por no compartir tu nuevo móvil? Probablemente NO. 

Analizando ambas escenas, se presentan escenarios similares, pero cambia el contexto “niño” vs. “adulto”. Y es que en muchas ocasiones, enseñamos de manera contraria a la que actuamos en la vida como adultos. Si un desconocido le quita un juguete a su hijo, el niño trata de recuperarlo como sea, y él no concibe que su mamá o papá lo permita. Y claro que hay que enseñar a compartir, pero no hay que obligar hacerlo.

Y entonces, ¿cómo aprenden a compartir?

• Enseña con tu ejemplo. Aprender con el ejemplo es la mejor manera para que tu hijo aprenda a compartir, ya sea sus juguetes, un trozo de fruta, unas golosinas, etc. Si haces de modelo, con cosas simples del día a día, verá que compartir tiene numerosos beneficios para ambos. 
• Respeta sus cosas. Ante de coger sus cosas, pídele permiso para tomar prestados sus juguetes, lápices de colores, enséñale hacer lo mismo con tus cosas o de otros niños. Y también que puede decidir no hacerlo. 
• Enséñale a resolver problemas. Si tu hijo no quiere compartir su juguete, le puedes explicar que compartir no es lo mismo que regalar, y animarlo hacerlo. Por ejemplo, puedes crear turnos de juego para favorecer que entienda el concepto. 
• No castigues su resistencia. Si tu hijo no quiere compartir y le castigas por ello, diciendo que es de egoísta, es probable que tu hijo se enfade aun más. Para fomentar esta habilidad, refuérzalo positivamente cuando lo haga, y no olvides que está bien que tu hijo no comparta cuando no quiere. 

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