Te has preguntado alguna vez ¿por qué me enfado tanto? ¿Qué es lo que nos hace sentir ese calor que nos sube por las venas? Nos enfadamos por cosas distintas, pero todos nos enfadamos en algún momento.
Es una emoción inevitable que aparece cuando percibimos una amenaza, nos han hecho daño o como consecuencia de la frustración. La ira está para eliminar las amenazas y es así como nos protege.
La forma de expresar el enfado es muy personal. Hay gente que grita, otra que llora de rabia. Existe quien se calla y lo guarda para más tarde, soltándolo en forma de indirectas o simplemente no diciendo nada. También puede que a veces sientas tanta rabia que desees golpear cosas o que ya le hayas dado un puñetazo a algo. Es posible que tu foco de ira haya empezado en el trabajo y hayas explotado al llegar a casa. Son formas de liberar la emoción que, cuando terminas, te hacen sentir alivio. Pero pueden funcionar como una bomba de largo alcance.
Expresar nuestras emociones es algo que vamos aprendiendo poco a poco. ¿Quién no ha visto a un niño en plena rabieta? Gritando, pataleando o tirándose al suelo. Empiezan a liberar la tensión que les produce no conseguir lo que quieren y lo hacen de la manera más visceral. Cuando crecemos, aprendemos que no podemos tirarnos al suelo cada vez que nos enfademos.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando ya somos adultos y nuestros enfados son ollas a presión que terminar por estallar?
Hay que tener en cuenta que si agredimos (insultamos, gritamos, golpeamos cosas) el enfado intentará justificarlo con un “se lo merece”. Esto nos permite reevaluar la situación de la forma que más nos convenga, creyendo que las graves consecuencias para la otra persona no lo son tanto y que estábamos en nuestro derecho.
¿Te ha pasado que estás exaltado por algo y cualquier cosa te molesta? Incluso aquello que en un estado neutro no lo haría. El enfado facilita que todo aquello que en principio no tiene relevancia, nos parezca amenazante.
Expresar adecuadamente nuestros enfados es clave para no causar daños a nuestro alrededor. Lo primero que tenemos que hacer es valorar si estamos demasiado enfadados para hablar sobre ello. Si es el caso, lo mejor es retirarse y esperar a que se nos pase. Ojo con no pasar este tiempo rumiando, es decir, pensando y pensando sobre
ello de forma negativa. Esto sólo servirá para echar más gasolina al fuego y el tiempo alejados no habrá servido de nada. Si queremos solucionar algo o no causar más problemas, lo mejor es estar lo más calmados posible. Las técnicas de respiración y relajación vienen genial para esto. Una vez estemos calmados, expresarnos con asertividad hará que no provoquemos daños ni a los demás ni a nosotros mismos.