La verdad de las mentiras
Las mentiras transforman la realidad en lo que nosotros queremos. Están presente en todas partes y en todas sus formas: mentiras que nos evitan problemas, piadosas que tratan de no hacer daño; aquellas dichas para manipular y las que nos contamos a nosotros mismos para aliviarnos y consolarnos. Le contamos a los niños cómo le crecía la nariz a Pinocho y cómo no creían a Pedro cuando anunciaba la llegada del lobo. Decimos que está mal mentir, pero aun así, lo hacemos. ¿Por qué?
¿Por qué mentimos?
Aprendemos a mentir desde muy pequeños. Suele ser un caballo de batalla en toda familia. Sin embargo, la mentira es síntoma de inteligencia. Para mentir eficazmente necesitamos no sólo elaborar un discurso ajeno a la realidad o que obvie elementos de ésta, sino también darle credibilidad y que manejemos bien el no ser pillados.
¿Para qué nos sirve mentir?
La mentira es nuestro camuflaje social. Mentimos porque entendemos que, para ser más aceptados en el grupo, es mejor hacer lo que se espera de nosotros. Diferentes expertos afirman que las mentiras son la base de nuestras relaciones sociales ya que las usamos para mejorar nuestra propia imagen ante los demás y para evitar ofender.
Imagina todas esas veces que has evitado decir la verdad para no provocar un conflicto. Todos esos: “no está mal” y los regalos aceptados con una sonrisa. Para permanecer en un grupo muchas veces tenemos que recurrir a hacer malabares sociales, y transformar la verdad nos ayuda a ello. Es por eso por lo que, aunque prediquemos que no decir la verdad está mal, lo cierto es que la mentira social nos ayuda a sobrevivir.
¿Mentir, tiene consecuencias?
Sin embargo, a pesar de que cumplen una función muy importante, si las usamos más de lo necesario pondremos en riesgo algo vital para mantener a nuestros amigos y familiares: la confianza. Mentir para manipular, para conseguir nuestros propios intereses de forma egoísta, para evitarnos males mayores, puede poner en riesgo nuestra credibilidad ante los demás. Y, como le pasaba a Pedro en el cuento, puede que los demás dejen de creernos.
A los niños se les suele advertir de no mentir enseñándoles los problemas en los que pueden meterse si lo hacen. Sin embargo, parece ser más efectivo enseñar la honestidad como un valor mostrando los grandes beneficios que conlleva. A pesar de las consecuencias personales que puede acarrearnos decir la verdad, a nivel social nos proporcionará una imagen de fiabilidad, que nos hará ser un valor seguro ante los demás.
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