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Aprende a poner normas a tus hijos y conseguir que las cumplan

Cada padre y madre tiene su forma de educar a sus hijos. Pero si hay algo en lo que coinciden la mayoría es en querer que se cumplan ciertas normas: que dejen de jugar cuando hay que irse a casa, que se preparen a tiempo o que hagan la tarea. Esto puede llegar a convertirse en un auténtico pulso en el que nadie sale ganando. ¿Por qué montan una rabieta cada vez que les pedimos algo? ¿Por qué tenemos que repetir la cosas una y otra vez para que nos hagan caso?

Para evitar estos problemas, existen ciertas claves que nos ayudarán a establecer unas normas sanas y claras. No se trata de convertir el hogar en un ambiente rígido, sino de amueblar nuestra casa con la seguridad de unos límites sanos que permitan el mejor desarrollo posible para nuestros hijos.

 

  1. Enfatiza lo positivo

Si queremos que nuestros hijos crezcan confiando en sí mismos y generar un ambiente de confianza lo mejor es que inclinemos la balanza hacia lo positivo. La cantidad de veces en que hablamos en estos términos y la intensidad que le pongamos reflejará el tipo de información que recibirán nuestros hijos de nosotros. Por lo que hay que reconocerles y reforzarles por todo aquello que hagan bien. 

Reforzar implica proporcionarles algo positivo para que repitan o realicen la conducta que queremos y es una de las claves.

 

Esto hay que hacerlo de forma concreta. Mejor “has colocado los zapatos al llegar a casa como te dije, muy bien” que “qué chico/a más ordenado/a”.  Mejor “has terminado tu tarea de matemáticas a tiempo y bien, estamos muy contentos” que “te has portado muy bien”.  ¿Por qué tan específicos? Porque de esta manera sabrán exactamente qué han hecho bien y qué tienen que hacer para “portarse bien”. Si no concretamos este concepto, no tendrán una imagen clara de lo que es tener un buen comportamiento. Puede que para nosotros sea obvio, pero ellos aún se están formando esta idea en la cabeza.

 

  1. Sé oportuno

Hay que elegir bien el momento en el que se quiere hacer una crítica o tener una conversación importante. Cuando estamos enfadados estamos menos receptivos a hablar y a recibir la información y más a defendernos y atacar. Por eso es importante preguntar cuándo querrían hablar y elegir un momento en el que todos estemos calmados.

 

  1. Sé concreto y breve                                                               

No hay que machacar. Por mucho que expliquemos 

una cosa no significa que lo vayan a entender mejor. Explicar clara y concretamente qué ha estado mal, por qué y cómo se tiene que hacer ayudará a identificar qué hay que corregir y de qué forma.

Si repetimos constantemente, les caeremos pesados. Además, se generará un mal ambiente en el que reinará la frustración en todas las partes implicadas. ¿Cuál es la fórmula para que nos hagan caso? Establecer una normas claras con sus premios y consecuencias, y cumplirlas siempre. Las consecuencias tendrán su efecto.

 

  1. Pon normas y límites y cúmplelas siempre

Son indispensables. La forma de aprender a ser responsables vendrá de que se hagan cargo de que sus actos tienen consecuencias. Reforzar lo positivo y aplicar consecuencias en lo negativo, eliminará la presión de ser los padres los que deciden constantemente castigar o no, dejando eso en manos de las normas ya pactadas. Si no afrontan una consecuencia, nada les enseñará a cambiar su comportamiento.

Las normas deben ser lo más específicas posibles para que no exista negociación para saber si se han cumplido o no: “Recoger el cuarto colocando la ropa doblada en el armario” en lugar de “recoger el cuarto”. Conviene antes de ponerlas en marcha, enseñarles cómo hacerlo e indicarles que es así como queremos que se cumpla. Además, es muy importante que siempre sean firmes y no las cambiemos. Deben estar siempre presentes.

Cuando estas normas se realicen, hay que elogiarlos. Es muy importante. Aunque al principio nos pueda parecer que no tenemos por qué felicitar por cumplir normas que debería salir de ellos, lo cierto es que empezarán a salir de ellos cuando las tengan interiorizadas. Y para esto hay que guiarles para que se acostumbren a realizarlas.

¿Qué pasa si no las cumplen? Es importante que tengan consecuencias proporcionadas, castigos que se puedan siempre cumplir. El error más común es amenazar, diciendo “si no acabas la tarea no vas al parque” y luego, acabar yendo al parque. ¿Qué pasa si no cumplimos aunque sea una vez? Que ellos aprenderán que la próxima vez que no va a pasar nada. Si, como indicamos antes, repetimos y repetimos una norma y cada vez que la repetimos nunca pasa nada, aprenderán que por mucho que lo digamos, ellos pueden seguir jugando.

 

  1. Ignora lo negativo

Retirar la atención a toda conducta molesta que no sea dañina. 

No se aplicaría por ejemplo si pegan o corren riesgo de hacerse daño. Para ello siempre hay que avisar, explicar qué se va a hacer “mamá/papá te atenderán cuando estés calmado”. De esta forma le indicamos cuándo volverá a recibir nuestra atención. A partir de aquí el procedimiento es el siguiente: no tocar, no mirar, no hablar. Ni siquiera llamarlo por su nombre, decirle “espera” o mirarlo. Si no lo hacemos así, ese breve momento de atención como un segundo de contacto visual, les alentará a seguir. La atención de los adultos es un potente reforzador. Cuando esto ocurra, puede que el niño intente gritar más fuerte, o llore con más ganas. Aquí hay que aguantar, pues intentará conseguir con más intensidad lo que antes conseguía con menos. Pronto se irá calmando, siempre que no le prestemos atención. Recordar que, si cedemos y le hablamos en el momento más álgido, reforzaremos este nivel.

 

  1. Sé su modelo

Tu ejemplo les dará un espejo donde mirarse para saber cómo actuar y qué es correcto y qué no. Además, si pides algo que tú no haces, perderás credibilidad. Ten en cuenta que, si intentas resolver una situación a gritos, el niño aprenderá que es posible actuar de esa manera.

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Cuidar tu salud emocional es una buena Idea. Queremos compartir contigo algunas de las claves para gestionar los retos de la vida diaria: ansiedad, vida familiar, relaciones de pareja… ¡Te esperamos en los comentarios!

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