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Las dos caras de la felicidad

Vivimos en una sociedad que despliega incesantes recetas sobre cómo alcanzar la felicidad, proporcionándonos trucos aparentemente infalibles para esquivar la tristeza y ser tan felices como los perfiles con más followers de Instagram: “Aprende a ser feliz en 10 sencillos pasos”, “aleja la tristeza de tu vida”, “controla tus pensamientos y sé feliz”, “dile adiós a la ansiedad para siempre”.

Dejando de lado los tecnicismos, la felicidad es un concepto complejo que no engloba lo mismo para todo el mundo. Pero su denominador común está en que todos la queremos. Y la queremos eterna, constante y urgente. Que llegue pronto y para quedarse, por que si no, a lo mejor no podemos soportarlo. O eso nos dicen.

Vivimos en una sociedad que huye del sufrimiento y lo contrapone al bienestar. Esto significa que hacemos del bienestar algo excluyente en lo que sólo caben las emociones que consideramos agradables o positivas. Pero el bienestar no es la ausencia de problemas porque los problemas, el malestar y el sufrimiento, son algo intrínseco e inevitable en la vida.

Sin embargo, abrimos las redes sociales y únicamente vemos lugares de ensueño, sonrisas, parejas perfectas y familias de anuncio. Y nos preguntamos, ¿por qué no somos nosotros? Y es que nos dibujan una postal tan bonita y perfecta que acabamos sintiendo la obligación de ser felices. Pero la felicidad tiene dos caras y ninguna existe sin la otra.

Si sólo premiamos y normalizamos el bienestar, el sufrimiento queda relegado a un puesto de marginación, asociado a problemas psicológicos. Por lo que, cuando nos sintamos mal, buscaremos no sentirnos así. Puede que incluso alguna vez, nos enfademos por estar sufriendo porque lo normal es estar bien.

 

La evitación como trampa, la aceptación y adaptación como cura.

 

El sufrimiento es inevitable. Forma parte de la vida. Por mucho huyas, por mucho que intentes evitarlo y taparlo con alguna actividad que mantenga tu mente ocupada, en algún momento lo vas a encontrar. Y eso, no es negativo por sí mismo. El ser humano está diseñado para la supervivencia, para adaptarse. Es así, adaptándonos, como hemos llegado hasta aquí. Evitar es lo que limita nuestro bienestar.

¿Cuántas veces hemos oído eso de: “no pienses en ello”, “piensa en positivo”, “distráete”, “olvídalo”? Probablemente muchas. Piensa en qué haces cuando te sientes mal. Muchos de los problemas de las personas que acuden a consulta vienen porque evitan lo que les causa sufrimiento, ya sea con el consumo de alcohol o de otras sustancias, intentando a toda costa no pensar en ello, teniendo otras relaciones, no yendo a lugares a los que antes iban o no haciendo ciertas actividades.

Evitar hace del problema un monstruo que nos va comiendo el terreno y la vida. Y, además, hace que nuestra tolerancia a la frustración y al sufrimiento disminuya. No se trata de quedarnos a rumiar y vivir únicamente para los problemas. Se trata de aprender a coexistir con el malestar que nos pueda surgir. Huir constantemente de algo que te vas a encontrar inevitablemente en tu vida te quitará la posibilidad de desarrollar las herramientas adecuadas para adaptarte y, por lo tanto, de ser capaz de alcanzar el bienestar a pesar de los problemas.

No hay una receta para la felicidad, pero evitar el sufrimiento es el ingrediente perfecto para generarlo a gran escala. Nosotros te proponemos seguir, aunque el malestar exista. Aprender a manejar las emociones que nos traen dolor y no evitarlas, para ser capaz de vivir con ellas.

“Ningún mar en calma hizo experto a un marinero”

 

 

Y, si necesitas ayuda para izar las velas, nosotros estamos dispuestos a orientarte para que puedas capitanear tu barco de la mejor manera posible cuando lleguen las tormentas.

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Cuidar tu salud emocional es una buena Idea. Queremos compartir contigo algunas de las claves para gestionar los retos de la vida diaria: ansiedad, vida familiar, relaciones de pareja… ¡Te esperamos en los comentarios!

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